dilluns, 15 d’octubre del 2007

"Por una alternativa de izquierdas"

Las bases de IU tienen la palabra
Manifiesto de la Candidatura de Marga Sanz

En un contexto internacional dominado por las agresiones imperialistas, la destrucción ecológica global y la crisis de Europa, en nuestro país es absolutamente necesaria una alternativa de izquierdas, capaz de impulsar un nuevo proyecto de Estado, de gobierno y de sociedad puestos al servicio de las mayorías sociales. IU puede y debe ser esa alternativa.

En los momentos actuales constatamos la existencia de situaciones que agudizan esa necesidad:

- El agotamiento de un modelo de crecimiento económico basado sobre la explotación extrema del trabajo, el deterioro de los servicios públicos, las privatizaciones, la destrucción de la naturaleza.
- La crisis del Estado heredado de la transición, que se expresa en la nunca bien resuelta cuestión nacional pero también en la pervivencia de las “zonas grises” de la democracia – autoritarismo, poder judicial sin control democrático, privilegios de la Iglesia Católica, sistema electoral oligárquico e injusto orientado al bipartidismo.
- Un envalentonamiento creciente de la derecha más reaccionaria, que permite prever explosiones futuras de xenofobia y violencia entre los sectores populares.

En esta fase, el objetivo político de Izquierda Unida debería ser construir una fuerza alternativa y republicana al gobierno de Zapatero, desde un análisis y una propuesta programática autónoma, sabiendo que, para influir, hace falta fuerza en la sociedad y convicción política de la militancia y, para exigir, hace falta partir del conflicto social. Levantar una oposición social y política, de izquierdas, que no impide llegar a acuerdos parciales o a coincidencias fuertes en la lucha contra una derecha política, claramente escorada hacia posiciones nacional-católicas.

Si la política es el arte de los matices, debería quedar claro que para una fuerza anticapitalista y con vocación socialista como es IU, lo más importante es hacer avanzar su programa, a la vez que resaltar las relaciones estrechas de los poderes económico-financieros con la política que realmente está haciendo en muchos campos el gobierno de Zapatero. Este es, a nuestro juicio, el rasgo distintivo, el punto diferenciador que debe caracterizar a IU, del cual deben surgir su lucha contra la derecha (económica y política) y su lucha contra las políticas de derechas.

En función de estos objetivos, plenamente enraizados en las culturas y tradiciones de la izquierda, proponemos:

1) Construir la alternativa al neoliberalismo.

El neoliberalismo hay que entenderlo como un proceso histórico de recuperación capitalista e imperialista, cuyo objetivo ha sido hacer retroceder las conquistas históricas de los trabajadores y de los pueblos, mercantilizar el conjunto de las relaciones sociales y la vida en el planeta, convertir la democracia en un simple ritual electoral y bloquear con la globalización cualquier intento de cambio de base del desorden existente.

IU debe (re)construirse como alternativa social, política y cultural al neoliberalismo, impulsando el conflicto social y la organización de los ciudadanos y ciudadanas en torno a una alianza violeta, verde y roja, desde una estrategia que se plantea hasta las últimas consecuencias la socialización del poder, la riqueza, el trabajo y los tiempos de la vida. Aquí y ahora proponemos otro desarrollo, un nuevo desarrollo social y ecológicamente sostenible, que subordine la economía a las necesidades básicas de las personas y que asegure una relación armoniosa con la naturaleza. La superación del actual modelo de acumulación y la apuesta por las energías renovables, asumiendo en ese proceso la urgencia de un giro civilizatorio radical capaz de frenar el cambio climático, entre otras cosas, deben ser el eje de la reestructuración del sistema productivo, propiciando una nueva síntesis entre la vieja tradición del movimiento socialista y la ciencia crítica de nuestro tiempo.

2) Republicanismo con República.

El debate republicano tiene fundamentos reales en la política española. Ha llegado y viene para quedarse. Lo que pone de manifiesto es el agotamiento del modelo de la constitución del 78 y la ruptura del pacto que dio lugar a la llamada transición política. De lo que se trata ahora es de crear las condiciones (no las hubo en 1978) para abrir de verdad un proceso constituyente donde la soberanía de los pueblos y de la ciudadanía decidan libremente.

Nuestra apuesta es clara: una reforma constitucional para llegar a una república federal y democrática, capaz de garantizar los derechos sociales básicos, el predominio de lo público y el derecho de los pueblos a su libre autodeterminación. Una España republicana en una Europa avanzada socialmente y solidaria con los pueblos del sur. Solidaridad que debería empezar con la derogación de la Ley de Extranjería y la renuncia a ejercer el papel de gendarme de una Europa-fortaleza ante cuyas fronteras se estrellan las esperanzas –y muchas veces las vidas- de millares de hombres y mujeres que huyen de la pobreza.

3) La centralidad del mundo del trabajo.

El conflicto capital/trabajo es hoy especialmente acusado y desigual: una clase obrera manual e intelectual muy numerosa, con una división interna (social, cultural y de género) extremadamente aguda y una creciente “invisibilidad social”, enfrentada a un capital globalizado, sin fronteras, de una voracidad ilimitada.

La lucha por la unidad de las clases trabajadoras, por su protagonismo político y su autonomía cultural debe ser un objetivo prioritario de Izquierda Unida. Por ello defendemos: a) medidas urgentes para recuperar los salarios y desarrollar los sistemas de protección social. b) luchar por el pleno empleo y contra la precariedad; c) la reducción de la jornada laboral, recuperando el principio de trabajar menos para trabajar todas y todos, y el pleno ejercicio de los derechos sociales y sindicales. d) valorizar la diferencia de género en el seno de las clases trabajadoras y la apuesta nítida por superar la división sexual del trabajo y un nuevo reparto de los tiempos de la vida; e) la democracia económica como desarrollo de la democracia de los trabajadores que posibilite a estos intervenir en la organización del trabajo y en el control del excedente económico; f) impulsar políticas reales que fomenten la solidaridad de clase entre los inmigrantes y el resto de los trabajadores, combatiendo cualquier forma de xenofobia y propiciando el pleno ejercicio de todos los derechos.

4) Una estrategia preventiva de paz

A estas alturas es claro que hay una relación directa entre la globalización capitalista, la militarización de las relaciones internacionales y la guerra, preventiva o no. También queda claro que este proceso tiene como instrumento privilegiado la OTAN y que las diversas iniciativas que se están tomando van en la dirección de un rearme general. En este contexto han saltado las alarmas y se apunta a un ataque preventivo masivo (un ataque desarmante) contra Irán, realizado por Israel, EEUU y la OTAN.

La situación no admite espera. Urge impulsar una estrategia de paz preventiva que impida la ampliación de las guerras ya existentes en Oriente Medio y proponga una alternativa de paz basada en el desarme, en la reducción de los arsenales militares (nucleares o convencionales), en la eliminación de todas las bases militares, la disolución de la OTAN y la apuesta clara por un nuevo orden económico, social y ecológico internacional. En definitiva, IU debe tomarse el pacifismo muy en serio y activarse frente las guerras actuales y las que se presagian.

5) Contribuir activamente a la construcción de la alternativa a la Europa neoliberal y del Partido de la Izquierda Europea.

Deberían superarse las ambigüedades existentes y optarse por desarrollar un sujeto político europeo capaz de construir social y políticamente una alternativa a la Europa de los mercaderes y del capital. El Partido de la Izquierda Europea (PIE) es hoy una esperanza y el núcleo, apenas embrionario, de una fuerza que emerge con la voluntad de ser referente político de la izquierda en Europa. La actual Unión Europea, sus crisis y sus enormes debilidades exigen de la izquierda de cada uno de los países que la componen dar un salto de cualidad, superar el vacío existente y convertir los problemas de la Unión en problemas que nos afectan directamente y de los cuales dependerá la calidad de nuestras democracias, el desarrollo de los derechos sociales y sindicales de los trabajadores y el gobierno de la economía. Si la clase obrera y los demás movimientos sociales no se implican en la construcción de una Europa alternativa, esta avanzará por la peor vertiente del capitalismo salvaje, degradándose nuestras democracias y acentuándose la crisis de la política.

6) Encontrar las vías hacia un socialismo del siglo XXI.

La ofensiva neoliberal, la crisis de lo que en otros tiempos fueron los movimientos de liberación nacional y el derrumbe del socialismo realmente existente, han tenido como su consecuencia más evidente la desaparición –en el imaginario colectivo y en el programa del movimiento obrero- de la perspectiva de superación de la sociedad capitalista, es decir, lo que históricamente se ha llamado el socialismo.

Hoy, en América Latina y en otras partes del Planeta, al calor de las luchas sociales, del movimiento antiglobalización y de los cambios políticos, retorna de nuevo la alternativa al neoliberalismo como parte de un proceso histórico de superación de la sociedad capitalista.

La tarea no es fácil, pero una fuerza alternativa como es IU debe organizarse en torno a principios fuertes y a esperanzas fundadas en las contradicciones sociales y culturales reales. Lo fundamental es situar la idea de un nuevo socialismo en la agenda política, que sirva de horizonte y engarce con nuestras reivindicaciones programáticas, desde el convencimiento de que para salir de la actual crisis de la izquierda hace falta crear una subjetividad antagonista y que esto hay que organizarlo.

Las tareas inmediatas de Izquierda Unida

Todas estas ideas fuerza deben concretarse en propuestas precisas que se conviertan en el núcleo básico de nuestro programa electoral, elaborado colectivamente y donde las áreas jueguen el papel central que le asignan los estatutos y los principios fundacionales de IU.

Pero no basta con la elaboración colectiva del programa. Hace falta una revitalización de IU en todos los órdenes, que implique activar el trabajo militante, democratizar la organización, restaurar el papel de los órganos e integrar la pluralidad en todos los niveles.

La derrota electoral del 2004 señala un punto de inflexión especialmente grave para IU. Dicho con más claridad: para una parte importante de los hombres y mujeres de izquierdas, IU no fue útil para desalojar del gobierno al Partido Popular en momentos marcados por una protesta política de grandes dimensiones. Se echó al PP, pero al alto precio de hundirse IU. Tal resultado tendría que haber provocado una reflexión de fondo sobre la línea política predominante en nuestro movimiento y las medidas necesarias para rectificar una estrategia que nos llevó al borde de la desaparición.

Tras la derrota del PP había distintas posibilidades, como siempre, y se escogió asociarse al gobierno de Zapatero y conformar, en la práctica, una mayoría parlamentaria con el PSOE. Las consecuencias no han sido positivas.

En primer lugar, se ha diluido nuestro perfil político y hemos aparecido como plegados y subalternos a la estrategia política del gobierno de ZP. Las dificultades para ”vender” las iniciativas propias tenían y tienen que ver -no podía ser de otra forma- con el control de la agenda y de los tiempos por parte del gobierno. Nunca se alcanzó un acuerdo programático explicito, lo que incrementaba la capacidad de maniobra de éste, que estaba en condiciones, en cada momento, de escoger socios para sacar adelante sus iniciativas

Segundo, la parte sustancial de la actividad de IU se ha concentrado en torno a un grupo parlamentario débil y en coalición con IC-V. La paradoja resultante es digna de análisis: una fuerza política de la izquierda alternativa que todo lo fía a un grupo de tres diputados y a su presencia en los medios de comunicación.

Tercero, la conexión con la sociedad ha sido fundamentalmente electoral, de modo que las áreas y las organizaciones de base han languideciendo, sin tener tareas especificas y, lo que es más grave, sin dárseles motivación alguna. La pérdida de la autoestima esta estrechamente unida a la carencia de un proyecto que genere ilusión y al convencimiento de que el trabajo militante sirve para poco. De ahí que se imponga una lógica que “prioriza” la implicación en lo local. Se podría decir que IU existe en gran parte gracias al trabajo de centenares de concejales y concejalas que en condiciones especialmente difíciles se fajan cada día con los problemas reales de las personas y dan prueba de que nuestra organización sigue siendo un instrumento útil y necesario, pero insuficiente para atacar el fondo de dichos problemas.

Todo el bagaje intelectual, moral y organizativo de IU ha ido desdibujándose y hoy nuestro movimiento vive una situación de profunda división en su seno, de desánimo y de pérdida de identidad. Una formación que tenía la vocación de ser una fuerza alternativa y que hacía de la crítica a las formas tradicionales de hacer política un aspecto central de su identidad, es hoy, en muchos sentidos, un partido más, obsesivamente centrado en lo institucional, con importantes déficits democráticos y una pérdida real de trabajo militante voluntario. Un contexto así es propicio a la interiorización, a la dilución, a la pelea interna, a la lucha por un poder institucional cada vez más escaso y a la falsificación del debate en nombre de no se sabe muy bien qué compromisos.

Ante esta situación, la candidatura que presentamos tiene como objetivo recuperar a IU como un proyecto estatal articulado federalmente, construir su identidad político-moral y revitalizar su conexión con la sociedad. Queremos hacerlo con todos y con todas. En IU no sobra nadie, faltan miles de hombres y mujeres que pueden y deben estar con nosotros.

Defendemos una IU movimiento político y social. Una IU plural, plenamente democrática y abierta a la sociedad, con lo que queremos subrayar, en primer lugar, que esa pluralidad ideológica y cultural tiene que basarse en un programa común, de carácter transformador y alternativo, y desde una lógica que tenga en su centro la superación del capitalismo. En segundo lugar, que debemos potenciar una formación política de nuevo tipo, basada en el trabajo voluntario y donde se combinen la lucha institucional con la lucha social: el mero electoralismo no da votos a una formación política de la izquierda alternativa; es el trabajo cotidiano en la sociedad, implicándose en el conflicto social, lo que hace fuerte a una organización como IU. En tercer lugar, la centralidad de las Asambleas de base: sin la participación activa de la militancia, sin su ilusión y su esperanza organizada, una formación como la nuestra no tiene futuro. Por último –aunque no precisamente en importancia-, hay que cambiar las relaciones con los grupos institucionales de modo que estos expresen las elaboraciones y el posicionamiento colectivos de la afiliación que representan. Y en lo que al grupo Federal se refiere, nuestra candidatura se compromete a restituir a los órganos las decisiones sobre la acción institucional, con la participación del conjunto de la afiliación a través de los mecanismos orgánicos ya existentes y mediante nuevos mecanismos que lo posibiliten.

Nada en la historia esta decidido de antemano. El futuro de IU no depende solo de sus dirigentes sino del conjunto de la organización y especialmente de la militancia que desde las asambleas de base tiene que hacer suya esta tarea de reconstrucción. El respaldo a la candidatura de Marga Sanz debe ser un primer paso para quienes aspiramos a una IU auténticamente de izquierdas y verdaderamente unida por los compromisos programáticos, las reglas democráticas y la lealtad a todas y todos los que han luchado y luchan por el socialismo. Las bases de IU tienen la palabra.